La manipulación del mensaje en los medios masivos
Ilustración: http://depsicologia.com/
Por: Miguel Corzo Fajardo
Peyorativamente, los oligarcas y latifundistas han llamado ‘masas’ a las mayorías humanas a quienes se les aplica el conductismo, que actualmente –y durante todo el siglo XX–, se ha hecho efectivo gracias a los medios masivos de comunicación, incluyendo la Internet; esta persuasión a gran escala se relaciona con el control social y el moldeamiento de la opinión pública en temas políticos y de consumo, haciendo uso de mensajes carentes de detalle, sesgados y emotivos, que producen en las personas una reducción de las posibilidades para adquirir un criterio objetivo de la realidad.
En Colombia, los mass media construyen la información y, en muchos casos, intervienen en la realidad dando prioridad a los acontecimientos irrelevantes de hechos coyunturales. No emplean discursos sino fragmentos de relato que dispersan la atención, se limitan a replicar el comentario institucional y no incluyen el contexto ni los antecedentes, lo que tiende a privilegiar la fragmentación y los vacíos en la información. Lo grave es que siendo un país violento y en guerra permanente, nunca se mencionan las causas, las consecuencias y mucho menos el drama de las víctimas del Estado (que son más en número), por lo tanto, los acontecimientos no forman parte de un proceso y un fenómeno social, sino que surgen y desaparecen en determinación unilateral de los medios masivos de comunicación.
Sin embargo, las estrategias son mucho más sucias cuando omiten los acontecimientos que no responden a los intereses ideológicos y comerciales de los dueños de los medios. Realizan una mirada superficial y carente de análisis independiente, en ocasiones condicionada a las normas de redacción del medio, donde la crítica al establecimiento y la visibilidad de argumentos detractores, no es aceptada. Por el contrario, los mass media resaltan las cualidades emotivas y espectaculares de los hechos para atraer a la audiencia, fabricando el mensaje con estructuras dramáticas, lo que resulta en una racionalidad limitada y torpe incapaz de emitir juicios, pues la capacidad reflexiva, analítica y crítica es bloqueada con informaciones fugaces de poco contenido que rinden culto al sensacionalismo, la estupidez, la humillación y la crueldad, para emocionar al espectador mientras se informa con sólo una parte de la realidad.
Ahora bien, si los miembros de una sociedad toman decisiones en torno al conocimiento de una realidad formada por los mass media, es posible entender que gran parte de la dificultad que tiene la sociedad común para llamar las cosas por su nombre, se debe a informaciones y formas narrativas que tienden a ubicar a las ‘masas’ en un contexto disperso y caótico, en el que fácilmente se influye en sus decisiones políticas, hábitos de consumo y comportamientos sociales; los espectadores son, palabras más palabra menos, entes pasivos incapaces de transformar su propia realidad.
El investigador Paul K. Lazarfeld, al respecto afirma: “Los medios de comunicación, más que promover cambios, lo que hacen es reforzar las opiniones ya existentes (…)”. Así, la sociedad colombiana ha sido direccionada ideológicamente, mediante costumbres simbólicas que ordenan el comportamiento y el pensamiento colectivo, por eso, nunca pasa nada más allá de intrascendentales manifestaciones.
Peyorativamente, los oligarcas y latifundistas han llamado ‘masas’ a las mayorías humanas a quienes se les aplica el conductismo, que actualmente –y durante todo el siglo XX–, se ha hecho efectivo gracias a los medios masivos de comunicación, incluyendo la Internet; esta persuasión a gran escala se relaciona con el control social y el moldeamiento de la opinión pública en temas políticos y de consumo, haciendo uso de mensajes carentes de detalle, sesgados y emotivos, que producen en las personas una reducción de las posibilidades para adquirir un criterio objetivo de la realidad.
En Colombia, los mass media construyen la información y, en muchos casos, intervienen en la realidad dando prioridad a los acontecimientos irrelevantes de hechos coyunturales. No emplean discursos sino fragmentos de relato que dispersan la atención, se limitan a replicar el comentario institucional y no incluyen el contexto ni los antecedentes, lo que tiende a privilegiar la fragmentación y los vacíos en la información. Lo grave es que siendo un país violento y en guerra permanente, nunca se mencionan las causas, las consecuencias y mucho menos el drama de las víctimas del Estado (que son más en número), por lo tanto, los acontecimientos no forman parte de un proceso y un fenómeno social, sino que surgen y desaparecen en determinación unilateral de los medios masivos de comunicación.
Sin embargo, las estrategias son mucho más sucias cuando omiten los acontecimientos que no responden a los intereses ideológicos y comerciales de los dueños de los medios. Realizan una mirada superficial y carente de análisis independiente, en ocasiones condicionada a las normas de redacción del medio, donde la crítica al establecimiento y la visibilidad de argumentos detractores, no es aceptada. Por el contrario, los mass media resaltan las cualidades emotivas y espectaculares de los hechos para atraer a la audiencia, fabricando el mensaje con estructuras dramáticas, lo que resulta en una racionalidad limitada y torpe incapaz de emitir juicios, pues la capacidad reflexiva, analítica y crítica es bloqueada con informaciones fugaces de poco contenido que rinden culto al sensacionalismo, la estupidez, la humillación y la crueldad, para emocionar al espectador mientras se informa con sólo una parte de la realidad.
Ahora bien, si los miembros de una sociedad toman decisiones en torno al conocimiento de una realidad formada por los mass media, es posible entender que gran parte de la dificultad que tiene la sociedad común para llamar las cosas por su nombre, se debe a informaciones y formas narrativas que tienden a ubicar a las ‘masas’ en un contexto disperso y caótico, en el que fácilmente se influye en sus decisiones políticas, hábitos de consumo y comportamientos sociales; los espectadores son, palabras más palabra menos, entes pasivos incapaces de transformar su propia realidad.
El investigador Paul K. Lazarfeld, al respecto afirma: “Los medios de comunicación, más que promover cambios, lo que hacen es reforzar las opiniones ya existentes (…)”. Así, la sociedad colombiana ha sido direccionada ideológicamente, mediante costumbres simbólicas que ordenan el comportamiento y el pensamiento colectivo, por eso, nunca pasa nada más allá de intrascendentales manifestaciones.